Debe quedar alguien que recuerde cuando en Cuba las personas pedían por favor, aceptaban con un gracias, cedían con un pase Ud y aceptaban con un muy gentil de su parte. O cuando mis amigos de la escuela se llamaban Angel, Hermes, Alejandro, Gabino o Miguel. Ahora, en medio del regetón, la chusmería y el barrio vivendi todo queda en recuerdos, en nostalgia por lo amable, en el ansia por un nombre que uno pueda recordar.
Tal pareciera que el mal gusto, lo cursi y lo chabacano va a la par de lo que algunos consideran cubanía. Sólo falta que lleguen las bachatas dominicanas o las norteñas mexicanas para completar el desastre.
Desastre que está perpetuado en los nombres de la Generación Y.
Ufff....
Cada vez son menos, pero quedan. Los hijos de nuestros amigos, esos Hermes y Migueles, han heredado las costumbres de sus padres y las practican por mucho que les parezca que hablan en un idioma distinto al que los rodea.
ResponderEliminarPara mí es crucial que así sea, porque en manos de esos que piensan, que se niegan a seguir al vulgo en sus descalabros de mal gusto, que se aferran a las maneras correctas, está el futuro de esa pobre Isla de Juana.
Creo que me estoy poniendo viejo e intolerante...
ResponderEliminarPor cierto, no puedo comentar en tu blog, no se que pasa
ResponderEliminarLa maldición de Guarapo, extendida a estos buenos pastos.
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