jueves, 8 de mayo de 2014

Opciones

“Oye, no te recuestes en el espejo, que se va a romper...”

¿Por qué, Papá?”

1.

He ahí una pregunta interesante.

Resulta que los vidrios no tienen un temperatura de cristalización exacta, pues son sólidos amorfos, no cristalinos. Es por ello que, durante la solidificación, puede haber zonas que solidifican más rápido que otras, lo cual implica que va a haber lugares en el sólido donde no hubo tiempo suficiente para que la fase se “acomodara” y alcanzara su estado energético más estable.

Se producen entonces focos de inestabilidad, donde existen tensiones. Se puede intentar relajar esas tensiones mediante un proceso de calentamiento ulterior del vidrio solidificado, lo cual permitiría la reorganización de la estructura en esas zonas críticas, pero en algunos casos pueden quedar sitios metaestables, todavía con demasiada energía acumulada. Es energía potencial, como la de un resorte, listo para dispararse a la menor oportunidad.

Y entonces es cuando un pequeño estímulo externo, una ligera deformación mecánica, por ejemplo, puede proporcionar la energía necesaria para desestabilizar una zona de tensiones y desencadenar un “reacomodo”, que resulta en una microgrieta en la nanoestructura, que se va a expander con rapidez, y que se va a manifiestar en la macroestructura como una fractura del sólido.

El resultado será entonces fragmentos del sólido original, donde ha ocurrido un cambio entrópico irreversible, pero que ahora son mucho más estables energéticamente.


2.

Porque coge aire y se rompe”

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