Días atrás leí un texto
en On Cuba titulado “Pavón”, escrito por Carlos M. Álvarez.
Había estado yo siguiendo los textos de ese autor, muy bien
concebidos, en tema y tono.
No es sin embargo ese el
caso de este artículo sobre Pavón. Muy por debajo de la excelencia
de otros trabajos, ese texto suena oportunista, excesivo y, sobre
todo, no hace una sola referencia a las verdaderas causas de Pavón y
sus desmanes.
Así fue que dejé un
comentario:
"Ese señor Pavón se
convirtió en pushing bag de la intelectualidad cubana; ha sido
denostado por sus víctimas y por cuanta persona se ha sentido segura
de por fin poder atacar impunemente a un antiguo, olvidado, y ya
despojado de poder aparatchik del gobierno cubano.
Yo no sabía quién era Pavón hasta que alcanzó notoriedad hace un tiempo, pero es obvio que, cualquier cosa que haya hecho, fue con la anuencia y bajo el mandato de sus jefes, del gobierno cubano y su maquinaria político-ideológica. Esos son los que merecen, entre otras cosas, textos, filípicas y trompetillas.
Los cubanos estamos llenos de Pavones. Y de eufemismos. Y de miedo, sobre todo de miedo."
El comentario fue
eliminado.
Dejé otro comentario
manifestando mi asombro por tamaña ridiculez, vamos, que el colmo es
que en un artículo que trata sobre la triste y penosa historia de un
censor mayor, me censuren un comentario.
Horas después mi
comentario apareció de nuevo, esta vez con esa etiqueta que es el
Limbo de los comentarios: "Su comentario está pendiente de moderación". Por supuesto, sólo yo puedo verlo.
Pero ya fue
suficiente para mí.
Si no lo publican,
vergüenza para ellos; si lo publican, pues favor que se hacen. En
cualquier caso, hasta aquí llegué con mi ingenuidad y buena fé.
Por un tiempo
realmente creí la posibilidad de que el portal On Cuba fuera el
nuevo periodismo cubano. Parecía luz en medio de tanta grisura,
brisa fresca y necesaria entre tanto panfleto y Pupilas Insomnes.
Pero es evidente
que, a pesar de la imágen novedosa que permite la Internet, de
arreglos cosméticos y textos bien redactados, el periodismo sigue
siendo la profesión más triste en mi país, para desgracia y
vergüenza de los cubanos.
En lo personal, para mi
decepción, On Cuba es sólo otra sombra triste, más
de lo mismo.
Ha resultado ser sólo halitosis, y no aire fresco.
Ha resultado ser sólo halitosis, y no aire fresco.
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