jueves, 11 de julio de 2013

On Cuba, sombras y halitosis

Días atrás leí un texto en On Cuba titulado “Pavón”, escrito por Carlos M. Álvarez. Había estado yo siguiendo los textos de ese autor, muy bien concebidos, en tema y tono.

No es sin embargo ese el caso de este artículo sobre Pavón. Muy por debajo de la excelencia de otros trabajos, ese texto suena oportunista, excesivo y, sobre todo, no hace una sola referencia a las verdaderas causas de Pavón y sus desmanes.

Así fue que dejé un comentario:

"Ese señor Pavón se convirtió en pushing bag de la intelectualidad cubana; ha sido denostado por sus víctimas y por cuanta persona se ha sentido segura de por fin poder atacar impunemente a un antiguo, olvidado, y ya despojado de poder aparatchik del gobierno cubano.

En este texto, apasionado y bien escrito, se extraña un pétalo de rosa, uno que se lance a los verdaderos culpables de la represión, la censura y todo lo demás que se ha padecido y aun se padece.
Yo no sabía quién era Pavón hasta que alcanzó notoriedad hace un tiempo, pero es obvio que, cualquier cosa que haya hecho, fue con la anuencia y bajo el mandato de sus jefes, del gobierno cubano y su maquinaria político-ideológica. Esos son los que merecen, entre otras cosas, textos, filípicas y trompetillas.

Los cubanos estamos llenos de Pavones. Y de eufemismos. Y de miedo, sobre todo de miedo."

El comentario fue eliminado.

Dejé otro comentario manifestando mi asombro por tamaña ridiculez, vamos, que el colmo es que en un artículo que trata sobre la triste y penosa historia de un censor mayor, me censuren un comentario.

Horas después mi comentario apareció de nuevo, esta vez con esa etiqueta que es el Limbo de los comentarios: "Su comentario está pendiente de moderación". Por supuesto, sólo yo puedo verlo.

Pero ya fue suficiente para mí.

Si no lo publican, vergüenza para ellos; si lo publican, pues favor que se hacen. En cualquier caso, hasta aquí llegué con mi ingenuidad y buena fé.

Por un tiempo realmente creí la posibilidad de que el portal On Cuba fuera el nuevo periodismo cubano. Parecía luz en medio de tanta grisura, brisa fresca y necesaria entre tanto panfleto y Pupilas Insomnes.

Pero es evidente que, a pesar de la imágen novedosa que permite la Internet, de arreglos cosméticos y textos bien redactados, el periodismo sigue siendo la profesión más triste en mi país, para desgracia y vergüenza de los cubanos.

En lo personal, para mi decepción, On Cuba es sólo otra sombra triste, más de lo mismo. 

Ha resultado ser sólo halitosis, y no aire fresco.

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