Yo guardo las cosas que me duelen debajo de un extraño montón de sucedáneos. Este blog, por ejemplo, es parte de ese montón. Y mis sonrisas y mi desenfado y mi “Nada, echando pa´lante” y mis diatribas acerca de lo buena que es mi vida y mi “¡Todo está bien, mamá, todos sin problemas!” y mis espontáneas respuestas que tardo tanto tiempo en elaborar. Nunca revuelvo ese montón ni trato de atisbar lo que hay debajo, me lo tengo prohibido. Pero de vez en cuando, como si fuera una estación fuera de estación, llega un viento repentino, echa a un lado el montón y todo empieza de nuevo.
Me duele Cuba, me duelen los míos, me duele el tiempo perdido, me duele la lejanía, mis padres que se pusieron viejos, inevitablemente, pero sobre todo sin mí; y sin mí crecieron mis hijas, que me duelen más que cualquier otra cosa. Esos son mis dolores dulces, los que me hacen llorar.
Otros son amargos, ácidos, corrosivos, los que me encabronan, los que traen consigo lo peor de mi, los que me hacen ser cáustico, elitista, nacionalista, sarcástico, cínico y tonto. Por esos debiera llorar también, pero no lo hago. Entre esos dolores que arden están los malos cubanos, los chusmas, los que esperan que uno hable como si tuviera un boniato en la boca, los que vociferan, los que arrastran por el lodo lo nuestro y lo convierten en un trapo en lugar de bandera.
Y todo, todo absolutamente, gira alredor de la maldita piedra que tengo colgada del cuello, esa cubanía que, una vez que se impregna, no te suelta, aunque vivas en una metrópolis y comas cosas impronunciables e inimaginables para el vecino que se crió contigo y que allá languidece, aunque el Primer Mundo te rodee (o quizás por eso precisamente), aunque mi teléfono parezca más inteligente que la mitad de las personas que conozco y que, además, tenga un carro y un cómodo lugar donde vivir y un barrio decente sin rejas en las ventanas y aire acondicionado para el verano y calefacción para el invierno y el 911 en una sociedad que funciona.
Hay quién inclusive ya no quiere ir a la ínsula, ya no le queda nadie por allá. Reniega del chicharrón y el tamal y el pellejo crujiente y grasoso y ahora es consumidor de macrobióticos y orgánicos y bajo en grasa y sin azúcar. Pero sonríe con nostalgia cuando hablamos de las cosas que sólo los cubanos entienden y se toma mi café retinto endulzado con azúcar prieta.
Al final, después de las conversaciones, casi siempre alguien menciona la terrible circunstancia, un dolor mayor, aquel donde casi todos coincidimos: es que no somos de aquí, pero ya no pertenecemos allá...
En fin, un poco de catarsis por ese ventarrón que resultó ser el documental “Voces de un trayecto”, de Alejandra Aguirre, con muy buena música y una canción sensacional para cerrar.
ño brother, yo hace dias estoy por poner algo asi como esto en blanco y negro, pero no se como. Yo tambien tengo esa piedrita...
ResponderEliminarMuchas gracias por articular tan claramente algo con lo que luchamos todos los cubanos que cargamos con la misma piedra
ResponderEliminarPiedrita? Tronco de cambolo, bro...
ResponderEliminarPor nada, Ariel.
En una ocasión una famosa conductora de programa en Miami dijo: Asi es como estan todos los cubanos regados en el mundo...añorando lo suyo...y parodeando el post...con una piedra en el cuello y añado yo...de molino
ResponderEliminarUna de cal y una de arena, porque una es así, pesá.
ResponderEliminarLa de arena: Conmueve tu entrada. Se agradece la oportunidad de sentir que somos muchxs los que llevamos el cambolo. Conmueve además que los demonios salgan de paseo y muten en ternura. Una vez más, identificada con tu experiencia. Gracias. Gracias también por el documental !me pido a Gema y a Vanito! Los encarno a diario. Esa mirada de Gema !Madre! me ha descompuesto: grande y pequeña; fuerte y vulnerable; pero siempre amable (de amor)... !Gracias Habanero!
La de cal: ¿qué te parece el testimonio de "Una novia para David" en relación a que se sienta encerrada al papel de puta, a las limitadas posibilidades de inserción de los/as actores/actrices latinos/as? ¿acaso exclusión?
Un saludo y !entrañable entrada!
Bueno, a mi particularmente también me conmovió Gema: destila tristeza y desencanto.
ResponderEliminarPero el caso de la Novia de David es el pan de cada dia muchos. Hace un tiempo pasaba yo frente al TV mientras mi hermana miraba una novela de Univisión o algun otro canal de habla hispana. De pronto vi un rostro y la frase vino sola: Coño esa es "Niña mira a tu novio!!!
Y efectivamente, ahi estaba Anabel Leal, una de las muchachas más bellas de mi generación, sólo que ahora es una gordita con unas tremendas ojeras y parpados hinchados en un papel terciario haciendo de mucama en una telenovela de pacotilla. De igual manerea vi a "Caritas" en México, haciendo comerciales y a Cesar Evora instalado como galan sempiterno. Sin embargo, nunca he visto a Miravalles y leí que hasta pisos tuvo que limpiar. Y así hay decenas de talentosísimos actores cubanos que simplemente, como dicen los mexicanos, no la hicieron.
Lo mismo me imagino le suceda a actores de todos los países que pretenden entrar a este feroz mercado del espectaculo y mira en la propia España: Banderas, Bardem y Penelope Cruz están en Hollywood. Sin embargo, cuantos mas no hay que por su talento merecerian estar alli?
La verdad yo creo que, si bien para un actor debe ser frustrante que lo encasillen, al menos ella tiene trabajo, mientras que otros muchos ni eso...
Pagar el derecho de piso, le dicen en Sudamerica..y todos lo tuvimos que hacer...yo siempre pienso en "el ingeniero polaco, que vino huyendo del frio"...al menos en USA llegamos con una ventaja de aqui a Hong Kong frente al resto de los inmigrantes..en Europa hay que pulirla mas. Un Inmigrante tiene que pelear su espacio a como de lugar, y a veces no le dan el lugar..
ResponderEliminarA proposito, mira esto que interesante, la tarjeta blanca fue un simple olvido, un rezago..entre la trabazon del padre y el olvido de la hija...http://www.huffingtonpost.com/margaritta-alarcon/the-achilles-heel_b_916624.html
Que clase de cinismo, asi que se olvidaron de quitar la restricción. Hay que ser muy hijo de puta para llamar olvido a la represión.
ResponderEliminarCoño Julio, me jodiste la tarde :)
!Claro que sí! No digo yo lo contrario. Ella, como yo, es privilegiada: ella en el papel de puta, yo trabajando de camarera legalmente. Y está genial, de verdad. Mucha gente lo tiene muy difícil.
ResponderEliminarMe encanta lo de "feroz mercado del espectáculo". Yo diría: feroz mercado. Y guiño.
De la mirada de Gema: cargo con la tristeza pero ¿desencanto? Hay desencanto pero del que te hace crecer, del que se torna constructivo, del que te abre y un día te libera. La vi con halo triste pero tan centrada y sincera! En fin,
OK, feroz mercado de trabajo, es un hecho.
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