Putin ha ordenado a sus militares
coordinarse con Francia para atacar al ISIS, además de ofrecer 50
millones por la captura de los que perpetraron el atentado al avión
ruso en el Sinai.
Lo que no logró ni la diplomacia ni
(la falta de) empuje del gobierno de los Estados Unidos, lo logró el
ISIS con dos atentados criminales. O tres, pues hasta Hezbollah,
también objeto de un sangriento atentado, y arrimando brasa a su
sardina, ha condenado los ataques que tuvieron lugar en Paris.
El ISIS, por una parte, parece ser una
organización lo bastante estructurada como para mantenerse activa,
beligerante, y hasta con suficiencia financiera.
Por otra parte, se las arregla para
atraer sobre sí la ira indiscriminada de por el momento dos
potencias y, si Obama se sacude la modorra, de una tercera.
Puede ser que los atentados hayan sido
concebidos por el ISIS, pero también puede ser que hayan sido
pensados y ejecutados por free lancers dentro del complejo organismo
del fundamentalismo islámico, sin la venia explícita de la
dirección del ISIS.
Si es el primer caso, pues son más
tontos de lo que se aprecia.
Si es el segundo, pues no tienen el
control que les supone sobre la miríada de fanáticos que los
rodean.
En cualquier caso, ya con la brutalidad
rusa involucrada, hay esperanza de que este sea el comienzo del fin
del ISIS.
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