Esto de la poesía no se
me dá. He mencionado con anterioridad que obviamente me falta la
sensibilidad para apreciar un texto sobre el que alguien dice
(generalmente, el autor) que es poesía.
Y escribo esto porque leía
un... bueno, poema, de Reinaldo Arenas que publicó Enrisco en Facebook, y que se
llama Blanco mojoncito.
Lo leí un par de veces y
entonces decidí tratar de decodificarlo, encontrar porque algo así
es considerado un poema. Y encontré dos particularidades.
Si se elimina el obstinato
de Blanco mojoncito al inicio de cada estrofa, y simplemente se reordenan las líneas en oraciones y párrafos “estilo prosa”,
pues pasa de ser prosa quebrada a prosa fluida. Prosa, por cierto, que no es nada del otro
mundo tampoco.
Ah, esa falta de
sensibilidad me está matando...
En fin, aquí dejo
mi experimento, el poema prosificado, que ahora parece... ¡joder,
una carta abierta...!
….........................
Quisieras ser
guerrillero, pero cómo renunciar a los productos Shaklee, a la
loción después del baño, a la nevera bien surtida ni (oh, de
ninguna manera) a la lectura del New York Times que tan puntualmente
llega a tu puerta.
Te arroban los desfiles militares y las marchas multitudinarias, pero tu pie opta por el confortable Adidas y no por la bota rusa, y tu culo no cambiará jamás (a pesar de su férrea ideología) el suave papel sanitario por las cuatro hojas del Granma, cuya tinta (dicho sea de paso) te dilataría las hemorroides.
Admiras las vastas plantaciones colectivas (¿koljós o granjas del pueblo?) donde los jóvenes ya no tienen que pensar ni soñar, pero permaneces acá en tu espaciosa habitación refrigerada, armoniosamente invadida por plantas ornamentales que se detienen junto a la biblioteca bien surtida donde un afiche, EL FUTURO PERTENECE AL COMUNISMO, domina el conjunto.
Ligeramente bronceado, consistente y pulcro, comedido y escultórico, residuo casi final de una dieta rica en proteínas y carreritas en short por todo el parque, por mucho Baron Dandy o Air Freshener ("shake well before each use") que esparzas en tu impecable apartamento nada podrá impedir que tu olor te condene.
Para ti todo marchará admirablemente mientras esa teoría que defiendes y tan bien te alimenta (¡Me dicen que ya tienes hasta el tenure professor!) no se te aplique en la práctica, matándote de hambre.
Te arroban los desfiles militares y las marchas multitudinarias, pero tu pie opta por el confortable Adidas y no por la bota rusa, y tu culo no cambiará jamás (a pesar de su férrea ideología) el suave papel sanitario por las cuatro hojas del Granma, cuya tinta (dicho sea de paso) te dilataría las hemorroides.
Admiras las vastas plantaciones colectivas (¿koljós o granjas del pueblo?) donde los jóvenes ya no tienen que pensar ni soñar, pero permaneces acá en tu espaciosa habitación refrigerada, armoniosamente invadida por plantas ornamentales que se detienen junto a la biblioteca bien surtida donde un afiche, EL FUTURO PERTENECE AL COMUNISMO, domina el conjunto.
Ligeramente bronceado, consistente y pulcro, comedido y escultórico, residuo casi final de una dieta rica en proteínas y carreritas en short por todo el parque, por mucho Baron Dandy o Air Freshener ("shake well before each use") que esparzas en tu impecable apartamento nada podrá impedir que tu olor te condene.
Para ti todo marchará admirablemente mientras esa teoría que defiendes y tan bien te alimenta (¡Me dicen que ya tienes hasta el tenure professor!) no se te aplique en la práctica, matándote de hambre.