En dias anteriores a la elección
del nuevo Papa leí un artículo en CNN acerca de los 10 cardenales
“papables”. Jorge Mario Bergoglio no estaba en la lista.
Y aunque no estoy al
tanto de lo que se habla en los corrillos en el mundo católico, no
creo que muchos hayan esperado el nombramiento de este argentino como
Papa.
Pero, indudablemente, sería muy
interesante saber porqué fue electo ese Papa, del mundo hispanoamericano, de 76 años, y no
otro.
¿Cuál es la
intención detrás de esa elección? ¿Preservar el conservadurismo a
ultranza?, ¿Promover un reformismo tibio, o por el contrario, un reformismo a
rajatabla? ¿O sólo se trata de un Papa de transición?
Es sabido que la
Iglesia católica se toma su tiempo para tomar decisiones, valga la
redundancia. Tan sólo el último Concilio duró, desde su anuncio a
su clausura, 6 años, y lo comenzó un Papa y otro lo terminó.
Pero el tiempo apremia. Numerosos son los
problemas y anacronismos que hay por resolver en la iglesia católica.
Y, desde mi roca de escepticismo, pero como hijo de devotos católicos,
y proviniendo de una cultura impregnada por esa religión, espero que
Francisco logre hacer algo por la cada vez más deteriorada imagen
de la iglesia.
Les urge hacer, al
menos, un gesto honesto: sacar de sus filas a sacerdotes pederastras
y ponerlos a disposición de la justicia. Eso es lo primero.
Sin embargo, mi
optimismo tiene lógicos límites. No es razonable esperar que la
Iglesia llegue por fin al siglo XXI de golpe y porrazo. Es una
institución que es conocida por su hermetismo, dogmatismo, por favorecer las ideas conservadoras y, en muchos casos, por estar detrás de causas y
conceptos retrógrados. El modernismo no es lo suyo. Las pugnas
internas y los juegos de poder tampoco ayudarían en una cruzada
renovadora.
Pienso que el Papa Francisco tiene la oportunidad de ser un Papa que marque un hito en la
historia del cristianismo. Pero, si tiene la voluntad de hacerlo, o
que se lo permitan, eso, es otro asunto.
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