Tan mestiza, esa calle.
De apellidos García, Martínez, de
nombre cualquiera. Villa Clara, ya no al norte, y la Perla del Sur,
ni perla ni al sur, colindan con prestamistas que prometen adelantar
el sueldo al necesitado, y aquellos con bakeries, coladas dulcísimas,
hojaldre incompatible con lo desabrido del bagel y la pasta del queso
crema. Calle a la que le iría bien lo polvoriento; lugares que bien
pudieran ser Alta Habana, Versalles, el de La Lisa, o el reparto
Chivás, justo antes de la rotonda.
Gente de Zona se anuncia en un
lumínico que comparte con una compañía de seguros que no conozco y
esta con un abogado que promete desfacer entuertos de todo tipo,
consulta gratis; Cuballama, la fritanga, viaje a Cuba, templos,
cementerios, un aire familiar que se me encima y me disgusta.
Todo parece más plano aquí, en esta ciudad plana; casas chatas, agazapadas, esperando el próximo huracán; calles no aptas para chivichanas pero sí para bicicletas. Flagler, que huele a grasa de puerco, y me cuesta pensar que estoy transitando por el eje sobre el que se arquea Miami, y no atravesando San Miguel del Padrón.
Todo parece más plano aquí, en esta ciudad plana; casas chatas, agazapadas, esperando el próximo huracán; calles no aptas para chivichanas pero sí para bicicletas. Flagler, que huele a grasa de puerco, y me cuesta pensar que estoy transitando por el eje sobre el que se arquea Miami, y no atravesando San Miguel del Padrón.
Sofocante, Flagler habla en español; merece ser
caminada para aquilatarla en su justa medida y no transitada en la
prisa del auto. Calle que es una puta frontera, nuestra frontera, y
no sé si habrá muchos que se percaten de ello.
***
Aguacates maduros, anuncia una
manta atada a la parte trasera de una pick up que transita lentamente
por el carril derecho.
Letrero pegado al cristal, justo detrás
del chofer: “Warning: I don´t call 911”, y una imagen de
una mano que sostiene un revólver me apunta a la cabeza. La luz
verde. Una fracción de segundo y suena el claxon del carro de atrás.
“¿Es como la Sig Sauer? No, es de
cañón de tres pulgadas, ah, y el rifle tiene mira laser, del army,
una belleza, ¡una belleza!”
“Tres de guayaba, tres de queso,
tres de carne, tres de chorizo, tres de coco, una colada y un
Ironber, con hielo.”
“Alquilamos una casa en los cayos,
con muelle, nos vamos en la lancha y (atracamos, fondeamos,
parqueamos, qué cojone) allí, volao, tres días, pescando, comiendo pescado.”
Las yaguas llueven. El viento las
arranca de las palmas y las suelta de inmediato. Caen, susurrando, un
golpe blando sobre el concreto recalentado por el sol de un mediodía
asombrosamente tibio.
***
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