lunes, 6 de junio de 2011

Cruzando el río

Alguna vez leí que nadie se baña dos veces en el mismo río. Sin ambargo, habria que acotar que tampoco es la misma persona la que entra al río las dos veces.

Hace mucho, cuando visité Cuba después de cuatro años de ausencia (involuntaria), me encontré a un país tan detenido en el tiempo que parecía otro mundo. Si algo había cambiado en ese entonces, éste habría sido yo, incapaz de ver sin asombro mi vida anterior.

He estado en Cuba muchas veces desde entonces. Nunca encontré que algo fundamental haya cambiado. En el camino del aeropuerto a mi casa siempre veo los mismos grupos de personas en las paradas, donde me veo a mí mismo, las mismas calles casi sin señalamientos, como si todavía las recorriera en mi bicicleta, las casas despintadas, las vallas con su agotado mensaje político. Me asombra que me asombren detalles insignificantes, como las chapas de los carros que me parecen ridículamente artesanales y deslucidas.

Paso por lugares que alguna vez fueron parte de mi día a día: el entronque de la CUJAE, Capdevila, Vento, la Fuente Luminosa, la Ciudad Deportiva, Palatino, Via Blanca, el barrio que se cae a pedazos. Encuentro a la gente desgastada , envejecida, pero siempre con una sonrisa franca y una pregunta ingenua.

Si encuentro algo nuevo es en mi casa, que ya no es la misma: hay otros muebles, otros colores en las paredes y todo está más viejo y desgastado. Pero, a pesar de eso, de inmediato la realidad revisa mis recuerdos y todo es igual otra vez: la herrumbre en los balaustres de la escalera, las manchas de humedad en la pared de la casa contigua, la cacofonía de ladridos, diálogos a gritos, música y los metálicos gongs que escapan de las cocinas. Los olores son los mismos y todavía el motor del agua es un tema central.

Quizás vaya de visita en unos meses, si todo sale bien. Quiero ver a mis padres, escucharlos y decirles sonriendo que todo está bien y me iré de nuevo con toda la tristeza que mi país me provoca y con toda la incertidumbre de cuando los veré otra vez, a todos, a mis padres y a mi país.

Todo es parte del precio de vivir aquí y, aunque es ocioso, no puedo evitar preguntarme en ocasiones si no es demasiado.

9 comentarios:

  1. Vamos a formar un club de los nostálgicos irremediables? Tengo como cien amigos que vendrían corriendo...

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  2. Hoy lunes, inicio de semana y me niego a patearme el hígado (una vez mas), me niego al crabón nudo en la garganta que he cargado por los últimos trece años por las mismas causas que han provocado este post. Y si, es un precio ridículamente alto....ahora voy por un Ibuprofeno a la roca.

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  3. Eso, lunes, debe ser por eso...

    Me cago en Fidel

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  4. Que sepas que me lo llevé pa'l solar, es demasiado bueno como para no compartirlo.

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  5. Me revolviste la nostalgia, esa que me atrapa dos o tres veces al año.
    Cuba tiene un ritmo muy particular. Hace siete años que no voy, pero las tres veces que la he visitado después que me fui, siempre me siento un poco dislocada al inicio, antinatural, aunque las cosas sigan siendo las mismas. no sé si esa sensación es porque uno ha cambiado, o porque intento no involucrarme mucho manteniendóme como una extrana, para que no me pese la partida.
    Sólo en los momentos íntimos con la familia, o con los pocos amigos que me quedan, es que me regresa la espontaneidad.

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  6. 7 años... mucho tiempo.

    Lo más curuioso que me sucede en Cuba es que algunas personas, incluso de mi familia, me ven como "extranjero". Y yo me siento más cubano, si es que fuera posible, desde que me fui.

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  7. Sí, mucho. Las razones son de índole monetario. Antes (cuando era una)tomaba un vuelo de conexión que me permitía visitar la habana y santo domingo por muy poco, desde méxico. Pero desde chile, al fondo del mundo, moverse es carísimo. Más cuando se carga con una prole de tres hijos. Y no soy muy "exitosa".
    Así que me he bloqueado las ganas, aunque no muy bien, porque hay días que daría lo que fuera por sentarme en el parque de mi casa a conversar con el que caiga.

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  8. Yo salí en el 98 (lo he dicho antes) y regrese una semana en el 2001, la sensacion fue super rara pues me sentía de allí pero a la misma vez ya no pertenecía. La ciudad estaba tan destruida como yo la había dejado pero mis ojos me hacían verla aun peor, sentí que aquello se hundía delante de mi. Tome la decisión sadomasoquista de no regresar y así ha sido....regresare? no lo se...puedo ir y virar en el mismo avión, si el piloto no es un cuadrao, visitar la tumba de mi abuela, darle par de besos y regresar en paz.

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  9. Si, el dinero pesa. Yo, por razones de que mi familia está desperdigada por toda la Habana, trato de rentar un carro y me deja el asunto medio desplumado...

    Esa sensación super rara siempre la tengo, soy pero no soy... y la ciudad y su destrucción me duele en el alma. Pero tengo demasiados por allá como pra renunciar a ir.

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