lunes, 22 de diciembre de 2014

Las caras de la moneda

No sería acertado decir que el Proyecto Cuba Posible, y CAFE, Cuban Americans for Engagement , estén en caras opuestas de una misma moneda.

Cuba Posible, iniciativa cubana, una suerte de think tank, impulsada fundamentalmente por Roberto Veiga, coordinador general de ese proyecto, y el licenciado Lenier González, su vice-coordinador general, y apoyada por un reducido grupo de intelectuales y académicos cubanos.

CAFE, organización esta cuyos miembros son, según su propia definición, “un grupo de cubano-americanos radicados en diferentes estados de la nación norteamericana, que intenta facilitar una nueva dinámica entre EEUU y Cuba"

Veamos:

Ambos grupos dicen abogar por el diálogo y el entendimiento en el conflicto, ya de muy baja intensidad por estas fechas, entre el gobierno de Cuba y el de los Estados Unidos. Y en ese afán, un grupo, Cuba Posible, entreteje en su discurso la intelectualidad, la fé católica, y un nacionalismo a ultranza; el otro grupo, CAFE, declara tener tres objetivos, y los tres son reclamos exclusivamente al gobierno de los Estados Unidos.

Ambas organizaciones, fueron fundadas por personas diferentes, apenas relacionadas entre sí; Cuba Posible radica en Cuba, mientras CAFE opera desde los Estados Unidos; una, con una base de intelectuales de renombre en sus círculos profesionales; la otra, compuesta por un grupo variable, variopinto y semi anónimo; una, que convoca a debate a la intelectualidad cubana; la otra, que cabildea y coquetea entre la Habana y la Oficina de Intereses Cubanos en Washington.

Son entonces dos grupos diferentes que, en realidad, comparten, armoniosamente, un lugar en una misma cara de la proverbial moneda; moneda que ha tenido, en una cara, a partidarios del gobierno cubano, y en la otra a los que se le oponen. Pero que, ya sea en una cara u otra, en ella vamos todos los cubanos.

Cuba Posible se define entonces, en primer lugar - y hay que decir que la definición se alcanza a entender después de abrirse camino a través de una retórica lo suficientemente densa como para llegar casi sofocado al otro lado-, como un espacio para conversar sobre Cuba y algunas de sus particularidades como nación.

En segundo lugar, que es sólo segundo en el orden que aquí se menciona, pues es de facto apostilla imprescindible al primero, este grupo declara de forma implícita que cualquier debate que auspicie Cuba Posible sobre una Cuba posible, aún no necesariamente diferente de la actual, debe ser modulado, en tono y tema, de manera que no moleste al gobierno del General Raúl Castro. Oposición leal, le llaman a esa su doctrina, que a muchos nos suena como lo que diría un esclavo con síndrome de Estocolmo.

CAFE, por su parte, es más explícito y claro en propósito e intenciones: ni siquiera menciona al gobierno cubano en su lista de entuertos a desfacer. Todos los males cubanos, según CAFE, nacen, se reproducen y prosperan fuera de Cuba, en los Estados Unidos, que es, según esta organización, quien debe cambiar, ceder, otorgar y evolucionar.

Cuba Posible es, entonces, el tipo de interlocutor que el gobierno cubano prefiere y tolera: el que lleva un monólogo inofensivo, y no demanda respuestas.

CAFE, por su parte, es simplemente un vocero light de la propaganda gubernamental cubana, con un discurso anti Estados Unidos y pro gobierno cubano, maquillado y entregado como una diatriba conciliatoria.

Así, sin resultados en su gestión que hayan hecho la menor mella en la situación cubana, o en la postura de los Estados Unidos, ambas organizaciones han ido moviéndose al ritmo que ha marcado o que les ha permitido el gobierno cubano. Y así hubieran continuado, sin penas ni glorias, si no fuera porque, para sorpresa de unos y otros, el miércoles 17 de diciembre de 2014, a las 12:01 del mediodía, el Presidente Barack Obama lanzó la moneda al aire.

Y mientras la moneda giraba, enloquecida, en solamente 15 minutos Obama, trazó una raya que marca el antes y el después de Cuba y los Estados Unidos.

Anunció, como plato fuerte, la intención de restablecer relaciones diplomáticas entre ambos gobiernos. Dió a conocer, además, el intercambio de prisioneros que incluyó la liberación de los últimos tres espías cubanos que permanecían en prisión en EEUU, y que durante 17 largos años fueron tema archirecurrente, omnipresente hasta la náusea, y bandera principal de la retórica antiestadounidense del gobierno cubano, junto con la demanda de la abolición del bloqueo económico y comercial a la isla.

Para cuando Obama terminó su alocución, la guerra fria había perdido uno de sus últimos vestigios, y el mundo de los cubanos ya no era el mismo. Y la moneda dejó de girar en el aire, cayó, dió una última vuelta, y se detuvo.

Y en ella se pudo ver que el drama cubano ha superado ampliamente la bidimensionalidad, y que dos lados son ridículamente insuficientes para contenernos a todos.

También sucedió ese miércoles de Historia que Obama, sin siquiera saberlo, le había dado un empujón a Cuba Posible para que se colocara justo en medio de lo más ardiente del debate nacional. Y que, también sin saberlo, había dejado políticamente desempleado a CAFE.

De la inmediata declaración que publicó Cuba Posible posterior a la electrizante intervención del Presidente Obama, y la aguada arenga de Raúl Castro, pues quiero pensar que ese no es el tono que va a marcar el futuro de ese grupo.

Tan sólo digamos que es notable que comience equiparando “la valentía y la altura política de los presidentes Barak Obama y Raúl Castro”, y que a renglón seguido destaque que hay temas importantes que quedan por discutir, nada menos que “bien sintetizados, con claridad y firmeza, por el general Raúl Castro: la soberanía nacional, los derechos humanos, la democracia y la política internacional”.

A pesar del ya mencionado tono de la declaración de Cuba Posible, de la absurda comparación entre la histórica declaración de Obama y la monserga raulcastrense, y del intencional o no sarcasmo ante una situación donde nada menos que el General Presidente estaría dispuesto a discutir derechos humanos y democracia, esta organización debe ser, puede ser, y ojalá sea, un interlocutor importante, osado y creativo en un posible proceso de transición cubano.

CAFE, por su parte, al momento de redactar este texto quizás no salía aún del estupor, y ni siquiera había publicado una declaración en su página web. Para colmo de sus males, su discurso es, a la fecha, obsoleto en la nueva realidad de la relación bilateral Cuba -EEUU.

Las exigencias de CAFE al gobierno de los Estados Unidos han sido mayormente satisfechas, y hasta superadas, por arte de las iniciativas del Presidente Obama, y el compás de espera ha pasado al terreno del gobierno cubano donde, además, es sabido que la crítica, sobre todo viniendo de un ente extranjero, no es bien recibida.

Sin embargo, a pesar de los pesares, hay enormes oportunidades y espacio suficiente en esta nueva era para un importante protagonismo de ambas organizaciones.

Hay mucho por hacer, por ejemplo, por el civismo, por el sentido común, y por el bien de una sociedad adormilada, cuyo lamentable gobierno, que aún permanece en el martes 16 de Diciembre del 2014, sólo atina a calificar las iniciativas del Presidente Obama de “victoria de nuestro pueblo heroico”

Hay un Golem sentado sobre el pecho de la nación cubana que necesita ser exorcisado. Hay que levantarlo, y definitivamente echarlo a un lado, para que los cubanos en la Isla puedan respirar los aires que recien les llegan.

Tanto Cuba Posible como CAFE pueden convertirse en agentes de cambio, en voces fuertes y claras, y ganar un lugar digno y relevante, si deciden convertirse en ese acicate urgente para el gobierno cubano, en la espuela insistente, en los arquitectos que sepan como echar abajo la anacrónica retórica en que están atrincherados el régimen y sus ideólogos.

Cuba Posible y CAFE pueden, en fin, ayudar a despejar los senderos, y ofrecer visión clara, y hombro firme, a una nación que balbucea futuro y que, de una vez, tiene que enfrentar sus problemas.

Porque los problemas de Cuba y los cubanos están, siempre han estado, dentro del país y no fuera, y solo asumiendo esa realidad y ayudando a los demás a hacerla suya, se puede dar el muy dificil primer paso de una transición por demasiado tiempo ignorada y estigmatizada.

Ubicarse en la cara correcta de la moneda, mirar a la cara al gobierno de Raúl Castro, con serenidad, sin miedos y con buenas ideas, es el reto para estos dos grupos, y para cualquier otro que quiera sumarse y contribuir, con responsabilidad, al aún por comenzar largo y tortuoso viaje cubano hacia el mundo contemporáneo.


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