viernes, 14 de septiembre de 2012

El País de la Cucaña

La nación cubana (y por nación entiendo e incluyo a todos, los que están en Cuba y fuera de ella) desgraciadamente tiende a acumular absurdos.

Se pudiera mencionar muchos, pero baste con recordar nuestro delirio de grandeza y nuestra obsesión con la supuesta excepcionalidad de los cubanos, o la pasión por el abominable regetón, o la increíble extensión de la Cuba de fantasía, quizás de un área equivalente a Canadá, en la que tantos dicen haber tenido propiedades, haciendas y linaje.

Y desde hace unos días un nuevo absurdo me ronda.

Todo comenzó con un sobrino que, habiendo llegado de Cuba a Estados Unidos en rampante miseria económica, ha logrado en 6 años un trabajo estable, tiene hasta una pequeña compañía, ingresos que le permiten mantener una vida decente y ya obtuvo la ciudadanía estadounidense.

Se ha convertido de esa suerte en un vocero de las bondades de los Estados Unidos, además de odiar los impuestos, declarar su disgusto por los que viven colgados de la seguridad social y rechazar la política de ayuda social del actual gobierno. En resumen, es un republicano en potencia.

Si se hubiera detenido en ese punto todo hubiera estado bien, nada diferente de millones de personas en este país, pero no lo hizo y dijo que los países europeos son una mierda, que el sistema de salud público también lo es y que los Estados Unidos es el mejor país del mundo. Eso, sin haber estado nunca en Europa y, por supuesto, sin conocer las particularidades de cada país europeo.

Días después de escuchar esa declaración de principios, un amigo me comentaba acerca de una conocida suya, cubana, médico y radicada en Italia donde ejece como tal, y que lo visitó mientras él vivía en Miami.

La amiga de mi amigo pues llegó en plan de comparación, nada extraño, pero con tendencia a no comentar nada de lo bueno que veía y sí a destacar que “allá en Europa” todo, según ella, es mejor. Sin embargo, casi al final de su visita, la amiga se mostró interesada en “qué hay que hacer para ejercer aqui”, pero después de escuchar la explicación acerca de exámenes, boards y residencias, aparentemente perdió el interés.

Mi amigo, que al igual que mi sobrino opina que este es el mejor país del mundo, y eso a pesar de que él, médico, ejerce sólo como enfermero pues no logró aprobar los exámenes de homologación de su título, arribó a una conclusión sui generis: los cubanos que no viven en los Estados Unidos son unos envidiosos que realmente quisieran vivir aquí.

Coincidentemente, unos días más tarde, se publicó este artículo de Carlos Alberto Montaner, donde el autor expone datos sobre la superioridad de los países europeos sobre los Estados Unidos en varios renglones relacionados a la calidad de vida, para concluir, sin embargo, que “si uno trabaja intensamente y cumple con la ley, puede llegar hasta donde su talento y suerte le permitan, e integrarse, al menos, en los vastos sectores de los niveles sociales medios donde acampa el 85 por ciento de los habitantes de la nación (Estados Unidos). Esa es la verdadera diferencia. Y ya es bastante.”

Montaner no menciona si en los países europeos, o al menos en Alemania, Francia o Inglaterra, junto con los nórdicos, uno pudiera encontrar similares premisas que permitan pertenecer a la clase media, pero yo al menos no necesito la aclaración: no he visto ni escuchado que millones de europeos estén llegando a los Estados Unidos en una estampida desesperada con la intención de entrar en el mencionado 85%.

No creo siquiera que mi respuesta a mi sobrino y a mi amigo haya calado hondo. Y leyendo comentarios al artículo de Montaner en varios de los lugares donde ha sido publicado veo que ese nuevo absurdo acerca de “aqui es mejor”, y que me recuerda a aquello de “somos felices aqui”, se ha incorporado a esas diferencias que los cubanos, en lugar de tratar erradicar, cultivamos esmeradamente. Tampoco creo que mi idea haga la diferencia en este caso, pero no está de más dejarla por aquí, por si a alguien le sirve de algo:

El mejor país del mundo es aquel donde te va bien, donde eres feliz. Todo lo demás es relativo.

3 comentarios:

  1. Mira que hay gente ridicula en este mundo. Cubanos y no cubanos. Porque ni en ser imbeciles somos excepcionales.

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  2. Lo último es ser berraco, eso es un hecho.

    Erick, pero nos falta muy poco para la excepcionalidad, la verdad...

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