viernes, 27 de junio de 2014

Cuba excepcional

La idea de la excepcionalidad cubana, si es que algo así existe, se basaba en que Cuba siendo un país del Tercer Mundo tenía un sistema de salud avanzado e incluyente.

Además, había un sistema educacional que, comparado a otras naciones del mencionado Tercer Mundo, era de punta. De hecho, hubo hasta un boom de los profesionales cubanos en América Latina, en parte porque eran buenos, en parte gracias al mito de ese sistema educacional.

Ya nada de eso existe.

Sin embargo, Cuba se globaliza cada vez más.

Ya hay telefonía celular masiva, hay casi una decena de canales de televisión, la mayoría de los cubanos están autorizados a viajar, el regetón impera, al igual que unas singulares bermudas ajustadas y unos cortes de pelo tipo Mohawk. Vamos, que apenas hay ya diferencias con República Dominicana o Puerto Rico; sólo las ciudades destruidas, y las casas carcomidas y falta de pintura, aun recuerdan nuestra excepcionalidad.

Claro, y la especial relación de los cubanos con los Estados Unidos.

Los cubanos llegamos a este gran país, y nos aceptan. Nadie nos pregunta si sabemos el idioma, si venimos a trabajar o a vivir de la seguridad social, si somos generales o doctores. Nos admiten sin más dilación; en un año nos conceden la residencia permanente, y en cinco podemos ser ciudadanos. ¡Cómo será este estado de excepción, que inclusive nos regalan la libertad para alabar a ultranza al país y al gobierno del cual escapamos, y criticar acérrimamente al que nos acogió!

Y de esta otra excepción, se alimenta la excepción original: las remesas que enviamos a Cuba se dice alcanzan los 3000 millones de dólares, y con ello se abre un resquicio a dicha globalización.

Vamos, que Cuba casi, casi llega ya, como Ulises, al siglo 21.

Pero los cubanos saben a quién le deben todo ello, quién es el artífice de tanta excepcionalidad: es la Revolución, por supuesto.

Debe ser por eso que la cuidan tanto. Porque el día que cambie el régimen político en Cuba, se acaba la excepcionalidad.

Cuba pasará a ser un país más del Tercer Mundo, con la misma o más pobreza, y corrupción rampante, con una clase política enana, y una sociedad disfuncional que no entiende lo que sucede. Pero sobre todo, ya no serán bienvenidos los cubanos en los Estados Unidos.

A disfrutar entonces de la Cuba excepcional, mientras llega la otra, la terrible.

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