martes, 26 de febrero de 2013

Tiempo de cambios


De alguna manera, el anuncio de Raúl Castro acerca de que éste es su último mandato, y el nombramiento de Díaz Canet como primer vicepresidente, funcionario este último cuyo mayor mérito es tener sólo 52 años, marca el inicio de un conteo regresivo para cambios fundamentales en Cuba.

Cuáles serán estos cambios, no lo sé, no lo sabe nadie. Ni siquiera lo saben esos ancianos que aparentan ser previsores, pero que lo único que pretenden es vivir sus últimos y escasos años aferrados al poder. Muestra de ello es que, para equilibrar a Díaz Canet, nombraron a Lazo, casi octogenario, como presidente de la Asamblea Nacional.

Y la verdad, no creo que a los ancianos dictadores siquiera les importe lo que viene después.

Yo ya no conozco Cuba y sus interioridades. Hace muchos años que la abandoné, y pienso que, para tener una idea certera acerca de posibles escenarios, hay que vivir allí. Pero aun puedo, sin embargo, distinguir algunos aspectos interesantes:

¿Cómo ven los generales a este Díaz Canet, que es un producto post-Sierra Maestra, opaco y con pinta de “advenedizo” por demás?

¿Cómo reaccionará la cúpula dirigente si, retirados los Castros, este señor resulta ser un reformista a la Gorbachov?

Si la Ley de Ajuste desaparece, como todo parece indicar que va a suceder, eso va a aumentar la tensión y la desesperación de los cubanos:

¿Cómo reaccionará la población en general?

¿Y qué tal los jovenes, cuya mayoría parece indiferente y desencantada con la realidad cubana?

Si hay una apertura política a corto plazo (en Cuba, 5 ó 10 años, son ambos “corto plazo”...), ¿será brusca o habrá una época de blanda transición?

Y si hay una apertura política, ¿Habrá alguien en sus cabales que piense que sólo eso resuelve el problema cubano? ¿Cuántas generaciones harán falta para traer a Cuba al siglo XXI?

¿Qué pasará con esa nación, que ha vivido siempre con el miedo a decir, acostumbrada a que Papá Estado le “resuelva” todos los problemas, y que no conoce de pagar rentas, seguros, hipotecas o tarjetas de crédito?

Muchas son las preguntas que me hago en estos tiempos, pero lo que más me entristece es que me doy cuenta de que, en realidad, no me importa mucho lo que suceda.

El país que yo extraño ya no existe, aquellos ya no son ni mi barrio ni mi casa, no pienso regresar a vivir allí, y me decepciona todo lo que veo y leo, ya sea sobre los dictadores, el pueblo u opositores, ya sean de allá o de aquí.

Sólo espero que todo cambio sea para bien, los cubanos lo merecen, aunque no estén haciendo nada para ganarlo.

Suerte, mi gente, que la van a necesitar.

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