Yo no sé de que se asombran, o hasta se ofenden, algunas personas cuando ven que, a raíz de las nuevas reformas migratorias en Cuba, algunos países han endurecido suus requerimientos para otorgar visa a cubanos.
Primero, cada país tiene el derecho de admitir en su territorio a quien desea, y a rechazar a quien no desea. Sin ir mas lejos, los únicos extranjeros que llegan a Cuba, y que pudieran ser considerados posibles emigrantes, son los pobres haitianos que recalan por error o por accidente en las costas cubanas. Y son rápidamente aislados, procesados y devueltos a su tierra.
Segundo y último, ¿qué tenemos los cubanos que ofrecer a otros países que nos convierta en inmigrantes deseados?
miércoles, 16 de enero de 2013
martes, 15 de enero de 2013
Viajar en tiempos de cólera
Las nuevas disposiciones
que le permiten a (casi) todos los cubanos viajar (casi) libremente
parecen marcar el inicio de una nueva era. Claro, que si llegaron
estas disposiciones para quedarse o si mañana se despierta el
dinosaurio con dolor de ano y las deroga, bueno, eso es cosa
impredecible.
Pero lo cierto es que hay
un nuevo escenario: los cubanos, que ya pueden viajar, pero casi
nadie está dispuesto a recibirlos. Es decir, ha ingresado Cuba al
escenario en que se desarrollan todos los países del Tercer Mundo
que son generadores de emigrantes.
Y también parece que es
sólo cuestión de (poco) tiempo para que la Ley de Ajuste Cubano sea
modificada sustancialmente o incluso derogada. Dos noticias,
aparentemente aisladas, una ayer y una hoy, señalan en esa
dirección.
Ayer, Marco Rubio hablaba
de modificar los requerimientos para aceptar a inmigrantes. Hoy, Ros
Lehtinen y Diaz Balart, a duo, para que se oiga mas fuerte,
cuestionan el espíritu de la Ley de Ajuste Cubano. Curioso que
descendientes de cubanos se ocupen de tratar de detener el flujo
migratorio de los cubanos hacia USA. Tal pareciera que lo que está
vigente es el espíritu “rayadillo”, el de los infames
voluntarios.
Hace unos meses me sentí
optimista cuando se anunciaron estas reformas, pues todo lo que
alivia la vida de los cubanos me alegra.
Pero ahora también pienso
que se ha hecho más evidente nuestra condición de ciudadanos de un
país de mierda, condenados a emigrar o a malvivir, rechazados en el
extranjero, despreciados en casa.
Pobre de nos, en camino
hacia la Edad Media y a lo más profundo del tercermundismo.
martes, 8 de enero de 2013
Defect or emigrate, that´s the question
Hay palabras que dejan un
mal sabor. Defector, en inglés, es una de ellas. No me gusta, nunca
me gustó, y menos aun después de buscar significados, traducciones
e interpretaciones.
No encuentro en español
un equivalente a defector, no encuentro esa tenue separación entre
defector y traitor que se logra en inglés. Pero algo sí está
claro:
Me jode la palabra.
Y traigo el tema porque la
víspera de año nuevo, en casa de una amiga, conversaba con una
señora, de verborrea incontenible y ojillos de ofidio, que indagaba
acerca de cómo llegué a los Estados Unidos. Decidí quedarme a
vivir fuera de Cuba mientras trabajaba para una institución
académica en México, le explicaba y después, pues la frontera y
los Estados Unidos.
“Ah”, dijo entonces la
señora con un dejo despreciativo, “defector...”
“No”, le respondí en
tono suave y sonriente pues, vamos, fin de año, en casa
ajena, en fin, “sólo emigrante...”
“Whatever...” dijo
mientras los ojillos, que me observaban fríos, lejanos, se clavaban
en una pared distante.
Y yo tomé mi copa de
vino, tomé un sorbo, le sonreí a alguien y cambié de tema.
Pero me quedé con unos
deseos tremendos de ir a fondo, de lanzarme y argumentar y demostrar,
pero no creo que ni la señora hubiera cambiado de parecer ni que por ello los
cubanos emigrantes, que ya por decreto éramos gusanos, dejáramos de
ser considerados, en inglés, defectors.
lunes, 7 de enero de 2013
Sí, la política, pero...
Cuando por fin logré
salir de Cuba y establecerme en otro país recuerdo vivamente haber
sentido la ventaja que tenía en el trabajo por haber crecido en una familia de
gente trabajadora y tenaz y por haberme formado en un ambiente
laboral casi ascético, lo cual me convirtió en un profesional
eficiente y exitoso.
La primera premisa en mi trabajo en Cuba era ser puntual, no importaba el transporte,
la lluvia o las carencias. La segunda, era ser “serio en el
trabajo”. No había tercera premisa ni hacía falta.
Claro, no había entonces
Internet ni Facebook ni Twiter ni celulares y el “desaprovechamiento
de la jornada laboral” se limitaba a conversar mientras se
disfrutaba de un café o, si había oportunidad, jugar Tetris en las
vetustas computadoras.
Todo ello se hacía
furtivamente, bajo la mirada y supervisión de compañeros de
trabajo entre los que habían desde profesionales de “antes de la
Revolución” hasta extremistas de después de la Revolución, que observaban con escepticismo los aires frescos y desenfadados de los que llegábamos de haber estudiado allende en los ex-socialistas.
Años después encontré
aquí en USA que las reglas del juego eran prácticamente las mismas, si bien se
adiciona el papel primordial del individualismo y de la filosofía de
pasarle por encima a los demás, eso que llaman el rat race, y no es
mala la analogía.
Pero, de una forma u otra,
la idea es que prevalezca el mejor, es decir, el que más trabaja, el
que más produce, el mas “rentable”, idea que está vigente y funcional obviamente desde la época del esclavismo.
Sin ánimo de irme a
los extremos, los cuales rechazo rotundamente, creo que esta
muchacha, en un contexto apolítico, no sería contratada por nadie
que leyera ese texto.
En fin, le deseo
suerte y que encuentre un trabajo que le guste y que, si pierde
tiempo, al menos no lo cuente en Internet.
Arrancando...
Año que ha terminado
bien. O bastante bien, sin afán de queja.
Como casi siempre, miedos,
fantasmas conjurados, zozobras y alegrías.
Año final para mi madre,
cuya risa atesoro.
Mi hija mayor recorre los
ultimos meses en la universidad, mientras que mi hija menor apenas
comienza esa cuesta arriba. Mi hijo se estrena como escolar en el
pre-kindergarten y no puede estar más contento.
Tengo la suerte de
conservar a los amigos de siempre y, ademas, disfruto de nuevas
amistades. Otras han llegado desde décadas de distancia, lozanas,
vivificantes. Y algunos, pues se han ido lejos y de los que sólo nos
quedan las voces y la esperanza de volverlos a ver.
Cuba, tan desgraciada como
siempre. México, tan querido, sufrido y añorado.
Mi esposa, cuya belleza
parece inmune al tiempo.
Mis propósitos de vivir
para siempre, pues entorpecidos por la molicie, el pan y las grasas.
Debo revisar mis propósitos para este año que todavía huele a
nuevo.
Y por supuesto, siempre
está esta certeza de que todo lo nuevo es mejor.
Feliz año nuevo,
entonces, a todos y que lo nuevo les sea leve y bueno.
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