lunes, 27 de enero de 2014

No hay que culpar al candil de la calle por la oscuridad de la casa

Me resulta tedioso leer que, porque los presidentes latinoamericanos se reunen en la Cuba de dictadores, se les tilda de hipócritas e inconsistentes. Y eso, aún cuando realmente lo sean.

Al menos, con la misma vehemencia, habría que preguntarles a los 11 millones de cubanos de adentro por qué no les interesa protestar por la vida que llevan, o reclamarle democracia y libertades al gobierno.

Porque, fuera de los mismos opositores de siempre, conocidos en Miami e Internet, y desconocidos en Cuba, el resto de la población cubana parece estar contenta, resignada, o definitivamente acostumbrada al marasmo y la mansedumbre en que vive, y no hace reclamos de ningún tipo, excepto que bajen las tasas de los teléfonos, o que les dejen hacer negocitos.

Por tanto, si los presidentes latinoamericanos de turno deciden ir a refocilarse en sus recuerdos de izquierdistas ingenuos y a tratar de tomarse una postrera foto con Fidel, pues, ¿por qué no?

Al cabo, lo de Cuba, lo deben resolver los cubanos de adentro, si es que les interesa hacerlo, y, si no quieren resolverlo, pues nosotros seguimos pagando su manutención y las cuentas de ETECSA.

Al menos hasta que, por fin, no nos quede nadie en Cuba.

3 comentarios:

  1. Pudiera ser. Excepto la responsabilidad cívica es ligeramente más inútil que la responsabilidad de gobierno. Los gobernados no prometen nada, los que gobiernan sí. La carga moral no es la misma, creo yo.Los presidentes son empleados públicos, aunque la parte oligofrénica de los gobernados se empeñe en endiosarlos. Los líderes tienen tareas, el resto, deberes. Así que de las dos hipocrecías, la de los gobernantes es la más asquerosita. No es que le tenga toda la fe a los abonados de ETECSA oi a los disidentes en lo que a cambios efectivos se refiere, pero se supone que los gobernantes aprovechen sus atributos especiales para hacer valer el sentido común que le falta a otros. Pero ya sabemos de qué va la película.

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    1. Garrix, muy acertado tu comentario y lo de que los gobernantes sean empleados públicos aplica urbe et orbe en nuestro continente, excepto en nuestro maltrecho Caimán. Recientemente estuve por allá y me enfrasqué en una discusión similar, con uno de mis vecinos, ron por medio. Ni atrás ni alante pude hacerle entender aquello de que una parte de su salario es para pagar el salario del jafe de sector y el resto de los salarios de aquellos que lo reprimen. En fin, que creo que para que finalmente la parte de nuestro pueblo que podría mover la balanza, entienda eso de "gobernantes como empleados públicos y yo pago tu salario" habrá que resucitar al Gran Almirante de la Mar Océana y que nos descubra otra vez. De apaga y vámonos.

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    2. Gar, es que, ironías y sarcasmo aparte, es cierto que esos gobernantes son hipócritas e inconsistentes. De hecho, son presidentes electos por un sistema democrático que en Cuba no existe; es más, de acuerdo lo que existe en Cuba, ellos son disidentes, personas al margen de la ley, que debían ser acosados y reprimidos.

      Tan sólo por eso, por solidaridad consigo mismos, ya que no con los los cubanos, deberían negarse a ir a Cuba y seguir legitimando a ese gobierno.

      Pero, efectivamente, son políticos, y Cuba, extrañamente, todavía ejerce esa rara fascinación en muchos políticos latinoamericanos. Esa es su parte en el asunto. La otra, es totalmente de la gente que vive en Cuba. Y si tú vas a Cuba, o hablas con quién venga de allá, enseguida llegas a lo que digo: a los cubanos de adentro no les interesan en lo absoluto estos asuntos políticos que nosotros comentamos a diario...

      Ergo, los presidentes, aunque no por esta última razón, se pasan con ficha, y no pasa nada...

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