viernes, 17 de enero de 2014

Mi escuelita, mi escuelita, mi escuelita...

He estado observando la noticia de que un grupo de disidentes ha recibido la oportunidad de pasar cursos en el Miami Dade College.

Como ex-estudiante en el campo socialista, veo el asunto con simpatía: nada como una segunda opinión para que la mente se expanda un par de milímetros.

Claro, la intención en este caso tiene todo el trasfondo político y la tirantez que le confiere el hecho de que, por un lado, sean disidentes/hijos de disidentes (aquí me acordé de Horacio Quiroga y las rayas, etc...), y que, del mismo lado, sea la Fundación Cubano Americana, probablemente usando un grant del gobierno de EEUU, o no, quién financie los gastos.

Ni siquiera estoy convencido que eso cuente como"segunda opinión".

Sin embargo, la pregunta que hay que hacerse es: ¿por qué no?

Quizás no sean los más brillantes, y definitivamente no los más “integrales”, de acuerdo a los cánones de la ortodoxia de la educación superior en Cuba, pero son los que se atreven a desear un cambio en su país, y no temen decirlo. 

Y en Cuba, pues no creo que puedan acceder a una universidad, pues es sabido y dicho que la universidad es para los revolucionarios, término mal usado donde los haya porque revolucinarios somos en realidad los que queremos cambio, y no calma chicha. El resto son los partidarios del gobierno, o sea, la universidad es para, etc, etc. 

Muy simbólico, por ejemplo, es que uno de los miembros del grupo de estudiantes sea Henry Constantín, quien fue expulsado de la Universidad de Oriente en 2006 y de la Universidad Marta Abreu en Villa Clara en 2008.

En fin, una página mas, interesante por cierto, en el estira y encoge de los finales de la dictadura.

O, como dice el que escribió el editorial de Progreso Semanal, “Todo es parte de la política norteamericana de un cambio de régimen en Cuba.”

Creo que quiso decir “para un cambio de régimen en Cuba...”

No hay comentarios:

Publicar un comentario