viernes, 8 de octubre de 2010

La involución de la guayabera

Pasó de chea a top fashion a oficial. Así es en mi Cuba.

Fue, al principio, ropa de guajiros. De hilo, de lino, parece que fue una prenda muy usada en Cuba antes de 1959. Después, una alternativa ligera a los setenteros safaris. Combinada con unos jeans llegó a los 80, entonces ya con bordados y detalles que les añadieron los diseñadores yucatecos y panameños.

A partir de entonces derivó en cientos de variantes, todos los colores; negras, rosadas, de  lino, de poliester, cheas algunas, elegantes las otras, sabrosas y ligeras las demás. Omnipresentes en las tiendas duty free de los aeropuertos caribeños, miamenses y mexicanos, socorrida camisa para turistas en bermudas y sombrero de paja. Alguna vez, en Cuba, vi a un ruso vestirla “por dentro”, antes de que alguien le alfabetizara. García Marquez vistió para la ceremonia del Nobel a un primo cercano de la guayabera, un liqui liqui.

Y yo tuve una guayabera blanca, de lino, de la que mi madre y mis hermanas renegaban al planchar. Tuve otra, una corta, que pasaba apenas de la cintura, de color beige y con sendas bandas de profuso bordado a ambos lados de la prenda. Me sirvió para distraer a un profesor particularmente temido en la Universidad por sus rigurosos exámenes.

Todos vestían para el exámen el tradicional traje y yo, mi guayabera. Los ojos del profesor iban de mi cara a la prenda y aquel hombre apenas prestaba atención a mis disparates. Al final, no se pudo contener y me preguntó que qué era lo que yo estaba vistiendo. Después de mi explicación acerca de tradiciones, valores nacionales y cubanía quedó convencido de que yo estaba vistiendo algo significativo y elegante, ciertamente apropiado para la ocasión. Salí con un 4.5 y contento.

Y ahora, ay, la han oficializado como prenda de comunistas. Jodido asunto con esta gente, que con su toque de Midas con polaridad invertida, convierten el oro en mierda...

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