martes, 17 de noviembre de 2015

Crisis cubana en Costa Rica

“Estoy triste porque mi mejor amigo decidió irse a Ecuador para tratar de llegar a los Estados Unidos”, me dice una de mis hijas, “Dejó todo: pidió la baja de la Universidad, dejó a la madre -es único hijo- y se lanzó a ese viaje: estaba desesperado...”, añadió mi niña, y guardó unos instantes de silencio, quizás enviando a su amigo todos sus buenos deseos y la mucha suerte, porque la va a necesitar.

La actual crisis de los emigrantes cubanos que fueron atacados por el gobierno nicaragüense y que ahora permanecen varados en Costa Rica tiene una dolorosa similitud con aquellos que, a raiz de los sucesos de la Embajada del Perú, salieron hacia ese país, y allí aun permanecen.

La ruta migratoria que han seguido esos, y otros miles de cubanos, comienza en Ecuador. Atraviesan entonces Colombia, toda Centroamérica y México, antes de poder llegar por fin a la frontera de los Estados Unidos.

Probablemente van guiados por traficantes de personas, que saben por dónde viajar y qué manos untar. Confían en la ruta tantas veces probada, que es aparentemente menos peligrosa que un viaje en balsa, pero dependen sobre todo de la vista gorda de cada país que recorren, cuyas autoridades saben que los cubanos son solo migrantes de paso, sin la menor intención de radicarse en esos territorios.

O al menos así era hasta hace poco.

Entonces, ¿por qué hasta ahora sí, pero ya no?

¿Qué ha sucedido para que el gobierno de Costa Rica decidiera retener a esos cubanos en la frontera?

¿A qué obedece la insensata crueldad de las autoridades nicaragüenses al atacar con gases lacrimógenos a esas personas, civiles entre los cuales abundan niños y hasta mujeres embarazadas?

Quizás una sugerencia del gobierno de los Estados Unidos al gobierno de Costa Rica para que intente impedir el paso de esa ola migratoria y disuadir a esos cubanos de continuar su viaje.

Tal vez una respuesta violenta de parte del gobierno nicaragüense, país que ha lidiado con la violencia extrema de la guerra civil y que no es ajeno a las soluciones brutales, queriendo cortar por lo sano un acto de violación de sus fronteras.

Ni siquiera hay que descartar la mano del gobierno cubano, cuyos motivos se me escapan de momento -al cabo esos migrantes dejan de ser una carga social en Cuba y van a formar parte de los emisores de remesas; un negocio redondo, sin costos, todo beneficio-; es difícil concebir que aun un desgobierno tan torpe como el cubano tratara de impedir el paso de esos emigrantes usando su influencia con el gobierno de Nicaragua.

Pero, en cualquier caso, parece que la viabilidad de esa ruta está llegando a su fin.

Mientras, la presión ante la inminencia de una posible derogación de la Ley de Ajuste impulsa a los cubanos que pueden hacerlo a abandonar el país. Ni reformas pasadas por agua, ni cambios insustanciales, ni el WiFi pedestre o las nuevas amistades del desgobierno han logrado detener el ansia de abandonar Cuba, lo cual sigue siendo la solución más expedita al drama cotidiano de los cubanos.

Hay en ello un pragmatismo poco usual en nuestra idiosincracia emocional, cuya consecuencia más trágica sea quizás el aumento de los balseros.

Mientras, el gobierno de Costa Rica, en un gesto de elemental humanitarismo, les ha concedido visa temporal y renovable a ese nutrido grupo de emigrantes cubanos que se vió obligado a regresar a territorio tico, lo cual es una buena noticia.

La otra noticia es que hay más cubanos en camino; seguirán llegando a Centroamérica mientras tengan el dinero para pagarse el pasaje a Quito y para pagar a los “coyotes” que los llevan de frontera a frontera.

De no lograr avanzar más allá de Costa Rica , o Nicaragua, se acumulará una masa crítica que va a desatar una crisis de cada vez mayores proporciones, que puede culminar en una deportación masiva de esas personas a Cuba, pues la posibilidad de que los Estados Unidos decida recibirlos al por mayor es muy remota, aun para un gobierno como el de Obama; sentaría un precedente que aumentaría el flujo de emigrantes cubanos por esa vía.

Es más probable la cancelación del acuerdo sobre visados con Ecuador, y que la muy mala suerte acose al amigo de mi hija.

Esta nueva crisis puede ser otro golpe al ya maltrecho prestigio de la Ley de Ajuste, y es en general una mala noticia para los cubanos que buscan la oportunidad de rehacer sus vidas fuera de Cuba. Vaya con ellos toda la suerte entonces, y esperemos que suceda lo mejor.

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