lunes, 15 de noviembre de 2010

Soñar no cuesta nada

El tramo de costa que va desde Habana del Este a Cojimar ha estado en mis sueños desde hace tiempo. Es un lugar desierto, costa bordeada de "diente de perro" y donde lo más llamativo es una torre china de extracción de petroleo y alguna que otra manada de carneros y chivos que pasta a un costado de la estrecha y maltrecha carretera.

Pero en mis sueños el lugar es muy diferente, es el sitio ideal para crear el próximo polo de “ocio” para los habaneros. 

En mis sueños lo veo totalmente urbanizado, con un gran mall, restaurantes, tiendas, bares y hasta su pequeña marina. Cojimar, como gran complemento, sería un delicioso pueblo de pescadores, con una activa marina a la desembocadura del rio, con una bella costa con restaurantes, bares y tiendas especializadas para pescadores y yatistas.

También soñé con Tarará, con esas riberas del río perdidas en el marabú, “Yo nada más quiero que me vendan esas riberas…”, acostumbraba a comentar, y las veía llenas de condominios con vista al río, al puente, con embarcaderos, comunidades para gente exitosa que quisiera (y pudiera) vivir en los suburbios, cerca del mar.

Ah, yo y mis sueños… Pero, como siempre, la realidad se impone: acabo de leer en Penúltimos Días que son los holandeses quienes construirán y ampliarán una marina en Tarará, regresando el lugar a sus orígenes de barrio lujoso… y a las manos de extranjeros, que son los únicos que pueden soñar y realizar porque los cubanos seguimos jodidos, en la pesadilla.

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